El pasado día 6 de septiembre se cumplió medio siglo de la arribada a Sanlúcar de Barrameda de la nao que completó la primera circunnavegación a la Tierra.
Dos años, once meses y catorce días antes, concretamente el 20 de septiembre de 1519, partió de la misma ciudad una expedición compuesta por cinco navíos y 239 valientes, capitaneada por el portugués Fernando de Magallanes, cuya misión consistía en demostrar que se podía llegar hasta las Islas Molucas, conocidas como las islas de las especias y ubicadas en el continente asiático, navegando hacia donde el Sol se esconde, atravesando por algún lugar hasta entonces desconocido el recién descubierto Nuevo Mundo.
Por aquellos años, las aguas de nuestro planeta estaban dominadas por las que entonces eran las dos potencias navales mundiales: los Reinos de España y Portugal. Mediante un decreto que data de 7 de junio de 1494 conocido como Tratado de Tordesillas, se estableció el reparto de dos zonas de navegación que abarcaban el hasta entonces mundo conocido, cuya línia de separación se ubicaba a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, en la costa occidental africana. Para evitar un conflicto de intereses, el Reino de Portugal gozaría del derecho de conquista y explotación de los territorios ubicados al Este de dicha frontera, mientras que la Monarquía Hispánica lo haría de las tierras descubiertas al Oeste.
La importancia del viaje radicaba en la obtención sin intermediarios de las preciadas especias, que abundaban en aquellas remotas islas y cuyo valor económico en la época era incalculable. Dado que la ruta que llevaba hacia dichas islas por el Este, era la que por decreto pertenecía a los portugueses, la expedición española zarpó con el objetivo de abrir una nueva ruta, pero esta vez navegando hacia el Oeste, desconociendo por completo si existía un paso a través del Oceano Atlántico, más allá de América, que les condujera hasta su destino al otro lado del mundo.
Muchas fueron las miserias que sufrieron aquellos hombres durante la infernal cruzada; hambre (llegaron a comerse trozos del cuero que recubría los mástiles) , sed, frío extremo, calor asfixiante, enfermedades…y todo el desconociento en todo momento lo que hallarían más allá de la línea del horizonte.
Paulatinamente y debido a lo prolongado del viaje que nunca acababa, los navegantes fueron
muriendo por diversas causas, pero la voluntad de hierro y el espíritu aventurero de aquellos marinos les llevó finalmente hasta su destino, superando innumerables adversidades, cruzando el extremo sur de Amércia y atravesando el nuevo océano, que bautizaron como Pacífico por la tranquilidad de las aguas que encontraron.
El comandante de la expedición, Fernando de Magallanes, pereció en una batalla contra los
habitantes de una de las islas a las que arribaron tras los cuatro largos meses que navegaron sin ver tierra por aquel inmenso océano.
Tras recalar en las anheladas islas y llenar las bodegas con la valiosa carga, regresaron al mismo lugar del que habían partido cerca de tres años antes, habiendo descubierto una nueva ruta hasta entonces desconocida e inexistente en los mapas y cartas náuticas de la época.
De los cinco navíos y 239 tripulantes que se hicieron a la mar, tan solo uno regresó con 18
supervivientes a bordo, famélicos y enfermos todos ellos, al mando del navegante vasco Juan Sebastián Elcano. Sin ser el objetivo inicial, habían completado la primera vuelta al mundo.
Aquellas personas abandonaron sus hogares, sus familias y sus lugares de origen, para embarcarse en una hazaña cuyo incierto final no les hizo cejar en su empeño.
La primera vuelta al mundo fue, en efecto, uno de los mayores acontecimientos de la historia de la humanidad. Las narraciones del viaje y la difusión de nuevos datos geográficos y etnográficos contribuyeron a ampliar el horizonte mental de la época, además de ratificar que la Tierra es redonda.
Honor y gloria eterna para aquellos héroes que tuvieron el privilegio de participar en la mayor gesta histórica de la navegación.
P.S: el título que encabeza este artículo se corresponde con la inscripción que reza en el escudo de armas de Juan Sebastián Elcano junto a la figura de un globo terráqueo, que traducido al castellano significa: <<tú me rodeaste primero>>
AUTOR: Chema Notó